Lo dije en el 2001: «Tribulaciones para la Autonomía Manabita»

¿Autonomía de Manabí?

16 años después encuentro uno de esos artículos míos que El Autonomista dignamente publicó, lo leí como si fuese la primera vez y me dejó la sensación que nunca pasó el tiempo por lo allí expresado. Aunque me di cuenta que mi redacción ha cambiado mucho.

En diciembre del 2001 el escrito llevó como título «Tribulaciones para la Autonomía Manabita», hoy lo transcribo tal cual quedó perennizado en un papel:

Una de las actividades humanas que están de moda es la investigación. Investigar es realizar actividades intelectuales y experimentales de modo sistemático con el propósito de aumentar los conocimientos sobre determinado asunto y lo importante de este trabajo son las las conclusiones y las recomendaciones, que pueden ser la verdad o una verdad. Pero ocasiones, al final de un trabajo, otras se desmoronan y atribulan atrozmente. 

Definitivamente estamos viviendo en la era de la comunicación, pero también nos espera la era de la incomprensión y la desinformación. La globalización, los conflictos aumentan y existen muchos puntos de vista diversos sobre un mismo asunto, todos estos aspectos confabulan para que la sociedad, en su conjunto, sufra de un estancamiento desesperante.

Frente a este panorama existe un grupo de profesionales que tienen una función vital al interior de la sociedad, me refiero a los periodistas; este conglomerado humano posee la misión de mantener un estrecho vínculo entre los componentes individuales y colectivos de una nación, de una región, de un continente, de todo el planeta, usando a los medios de comunicación social.

No obstante, no todos los que están al interior de un medio de comunicación son periodistas, algunos son publicistas, diseñadores, vendedores, articulistas, comentaristas, administrativos y variedad de técnicos; pero los periodistas son el alma, en primera instancia y luego los comentaristas.

Hace algunos días preparé un trabajo sobre ética periodística y como parte del proceso de preparación realice una comparación entre lo mencionado en varios escritos y la realidad a la que me enfrento como profesional, de seguro es la misma a la del resto de colegas.

El resultado fue el planteamiento de nuevos paradigmas: lo justo no siempre es legal, la verdad está en manos de los jueces, los ladrones son gente honrada, no existe la ética con el estómago vacío, el dinero no lo es todo pero lo compra todo, la publicidad manda y el periodismo calla, unos pocos pueden más que la mayoría, la democracia es la tiranía del voto, la política es un buen negocio, las películas de Cantinflas siguen mostrando la realidad.

Muchas de estas expresiones ya son parte del lenguaje popular en forma sarcástica.

Y bien, si Manabí está en proceso de consolidar su autonomía, es necesario que el periodismo provincial asuma con verdadera responsabilidad sus obligaciones sociales y, de igual forma, exija el cumplimiento de sus derechos, con el fin de que quienes habitamos en esta parte de Ecuador tengamos la capacidad de entendernos, de estar informados y de enfrentar la parte negativa de la globalización; pero también para que en esta forma de gobierno esos nuevos paradigmas sean eliminados indefectiblemente.

Uno de los parámetros de medición del desarrollo de la provincia es la prosperidad, calidad y competitividad de sus periodistas. Buenos periodistas, buenos medios de comunicación y, obviamente, Manabí grande.

Los periodistas denuncian, mejor dicho, denunciamos  públicamente la falta de soluciones a las falencias sociales sin darnos cuenta que son las mismas de las que sufrimos: no hay lideres y no tenemos uno, los derechos se cumplen a medias y los nuestros nunca, no hay cumplimiento de obligaciones y estamos en las mismas, existe ingobernabilidad y somos arbitrarios.

Estas, esas y aquellas conclusiones desintegraron los sueños y las verdades del legítimo periodismo, por lo tanto la sociedad a la cual nos pertenecemos está atrofiada y seguirá así mientras el ente gremial provincial, que tiene a su cargo el manejo social de esta clase, siga sin asumir un liderazgo efectivo; esta es una tribulación para la Autonomía de Manabí.

Raúl Zavala Mosquera, 6 de diciembre de 2001.

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